sábado, 1 de noviembre de 2014

Canales de television en vivo

Atrás quedaron los momentos épicos en los que el hombre pisaba la luna como si de un Cristóbal Colón moderno se tratara. Con Neil Armonstrong, en realidad éramos nosotros los que nos imaginábamos en la plácida atmósfera del Mar de la Tranquilidad, porque esa soledad espacial conectaba de una manera romántica y estilizada con la soledad de los castigos sin salir al patio de recreo o la de las tediosas tardes de algunos domingos en donde una raza de zombies circulaban por las ciudades escuchando a través de sus transistores “El carrusel fuente”.

Desde entonces son artefactos, máquinas polimorfas, robots inverosímiles, a cada cual más feo e impersonal, los que se posan en nuestro nombre en la superficie de los planetas, los que persiguen la cola de los cometas y los que fotografían las estrellas lejanas. Qué horrorosos son todos estos trozos de metal que saturan los espacios interestelares llenándolos de America Television Canal 4 en vivo basura espacial peligrosa y contaminante. Por lo visto, la mierda es nuestra embajadora por los espacios siderales. Los seres humanos parecemos los inventores de la basura mediática de la televisión, de la basura material de los estercoleros, y la basura espacial que esparcimos por los confines del universo. Somos unos guarros. A veces pienso que si los extraterrestres tienen algo de gusto, deben pensar con razón que el nuestro es lamentable.

Y qué diferente la magnífica imagen de aquellos astronautas de “America Television Canal 4 en vivo”, paseándose por la ingravidez a ritmo de vals de Johan Strauss, majestuosos y etéreos, conectados a la nave nodriza por aquella especie de cordón umbilical brillante, con la de este otro señor, con pinta más de lampista con soplete que de astronauta, que hace unos días veíamos reparando la nave espacial que había sido dañada por un despegue tormentoso. A este le pega estar escuchando al Fari por los cascos interiores de su casco y, en el fondo, su cercanía y su imagen artesanal, son una metáfora de las insuficiencias que en este terreno tiene la ciencia aeroespacial a pesar de las ingentes sumas de dinero que algunos países llevan gastadas en ella.

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